18 noviembre 2015

Relato de ciencia ficción: "En el espacio nadie puede oír tus..."

Bueno, una vez más aquí me tenéis con una breve historia que me se me ocurrió la otra noche y que cuando me puse a investigar me hizo aprender una cosa curiosa que os cuento después, en la nota del final para no "spoilearos" nada.

¡Espero que os guste!
EN EL ESPACIO NADIE PUEDE OÍR TUS…
-Es por el bien de todos, Mark, ya lo sabes. –Eso había sido lo último que el Capitán Roberts le había dicho antes de que el resto de la tripulación le lanzase al espacio.

Al menos lo último que iba a ver antes de caer inconsciente iba a ser ese hermoso planeta azul al que llamaba hogar aunque llevaba meses sin poder sentir bajo sus pies. Poco a poco, mientras sus ojos se cerraban comenzó a recordar lo que le había llevado a estar embutido en aquel traje vagando alrededor de la Estación Espacial.

El inicio de la misión no había estado exenta de peligros, pero no había ocurrido nada para lo que nos les hubiesen preparado en la Academia así que se las habían apañado bastante bien. 

La vida en la nave se regía por un horario estricto supervisado por el doctor Simmons. Todo estaba diseñado para evitar el estrés y las desavenencias entre la tripulación las cuales eran los dos factores principales que podían hacer peligrar una misión tan larga como aquella. 

Al principio todo había ido bien, al fin y al cabo se trataba de un grupo de científicos a los que les había unido la pasión por el espacio y la investigación por lo que se respiraba un ambiente una calma y camaradería que era la envidia de aquellos que seguían sus andanzas desde Control Tierra. Pero pasados los primeros meses el agotamiento y la presión de llevar tantos días encerrados en lo que cariñosamente habían denominado "la lata de sardinas" hizo mella y comenzaron las discusiones debido a tonterías. 

Intentar dormir en un lugar en el que amanece dieciséis veces al día era prácticamente imposible incluso con ayuda de somníferos y cualquier pequeña alteración crispaba los nervios de todos por lo que lo que ocurrió, aunque podría parecer una locura, en esas circunstancias se trató de una medida necesaria.

Mark Harrison acababa de quedarse dormido cuando sintió que le sacaban del saco, abrió los ojos y se encontró a todos los miembros de la tripulación mirándole mientras unos le inmovilizaban y otros le iban colocando el traje espacial y la escafandra. Incapaz de enfrentarse él solo a los ocho atléticos astronautas se dejó hacer preguntando una y otra vez las razones de dicho ataque. No obtuvo respuesta hasta que le encerraron en la cámara de descompresión. A estas alturas le había quedado claro que el objetivo de aquellos locos era expulsarle de la nave, afortunadamente provisto de lo necesario para sobrevivir al menos doce horas ahí fuera aunque los motivos de aquello se le escapaban. 

El capitán se acercó al ojo de buey de la exclusa y su voz retumbó a través del comunicador:
-Lo siento, hemos llegado al límite, no podemos aguantarlo más, nos hemos reunido y hemos decidido entre todos que debíamos hacerlo. No aguantamos más tus ronquidos, no podemos dormir con el eco que provocan y que se extiende por la nave, sentimos hacerte esto pero a partir de ahora dormirás en el exterior. Es por el bien de todos, Mark, ya lo sabes. - Y diciendo esto apretó el botón que lanzó al astronauta al espacio.


NOTAS DE LA AUTORA: En realidad se sabe que es imposible emitir el sonido del ronquido debido a la falta de gravedad por lo que me afortunadamente los astronautas no tienen que preocuparse de que les pase lo que en la historia.