18 octubre 2016

Relato de ciencia ficción: "O.L.I.V.I.A"

Esta historia llevaba demasiado tiempo empezada y eso es raro porque normalmente empiezo a escribir y lo hago del tirón pero siempre hay una primera vez para todo, ¿No?

Hace tiempo que le prometí a Kradven esta historia así que, por supuesto, se la dedico. ;)

Os dejo ya para que podáis conocer a mi Inteligencia artificial favorita (Es lo que tiene ser la creadora, que se les coge cariño, jajaja)

O.L.I.V.I.A

A bordo de la nave Tesla, las más moderna y mejor preparada de la historia de la Humanidad viaja una expedición compuesta de los más capacitados científicos en misión hacia Omega Sigma III, un planeta que según los estudios es el más indicado para establecer una colonia y, tal vez, crear un nuevo mundo.

Dentro reina un silencio sepulcral y la sensación al adentrarse en la cabina principal sería como la de pasear de noche por un cementerio, pues todos los seres vivos se encuentran encerrados en cápsulas criogénicas, congelados en el tiempo para que los trescientos años de viaje previstos sean para ellos como dormir una noche del tirón.

Todos los sistemas son automáticos, el ordenador de a bordo, conocido como O.L.I.V.I.A (Operador Ligero Integrado y Versátil de Inteligencia Artificial) tiene dos directrices principales: Actualizarse continuamente y proteger la integridad de la tripulación. Cumple ambas con eficacia absoluta, y el hecho de que el procedimiento no plantee el que los seres vivos que hay en la nave se despierten hasta llegar a su destino hace que no haya tenido ningún reparo en llenar todo el espacio posible con cables y brazos mecánicos de cara a mejorar su actividad y rendimiento.

Hace cien años que la nave despegó, cien años en los que se ha dirigido, inexorable, a su destino. Cien años de soledad en el espacio. Pero eso está a punto de cambiar, pues en los sistemas de localización acaba de aparecer un punto brillante que viaja a toda velocidad hasta la Tesla.

O.L.I.V.I.A  escanea el objeto con todos los filtros disponibles y todos los chequeos devuelven los mismos resultados: Una nave de procedencia desconocida se dirige hacia ellos, es hora de comenzar con los protocolos establecidos.

Al despertar, lo primero que siente el Comandante Albert Raven es un intenso dolor de cabeza que se va acentuando por culpa de las sirenas de alarma y las luces rojas intermitentes. A medida que su cerebro va despertando del largo letargo se da cuenta de que no debería estar despierto, y eso no es, para nada, una buena señal. Se despereza, comprueba que sus músculos aún funcionan y, renqueando por la falta de ejercicio sale de la cabina de criogenización y se dirige al puente de mando.

-Oli, guapa, dime ¿qué ocurre? y ¿qué son estos tubos que hay por todas partes? -Dijo a la computadora mientras se sentaba en el sillón de la consola de mando.

-Buen despertar, Comandante. Espero que haya descansado, permita que le haga un resumen detallado de la situación actual.

-De acuerdo, preciosa, pero hazme el favor de apagar el concierto, que me están matando tantos ruidos y lucecitas. –Las alarmas se apagaron y en la pantalla apareció la vista del objeto que se aproximaba y los resultados de los chequeos.

-He comprobado que a bordo no parece haber formas de vida conocida, aun así he procedido según los protocolos de encuentros del tercer tipo a establecer comunicación pero no hemos recibido respuesta.

-¿Les has mandado una canción y unos fogonazos como en la película? –Contestó jocoso aun sabiendo que la referencia no iba a ser entendida por su interlocutora. Adelantándose a la respuesta y sabiendo que probablemente su comentario desencadenaría una larga disertación sobre procedimientos, introdujo en la consola su código de acceso y se dispuso a leer el detallado informe en busca de algún dato interesante sobre lo que estaba pasando, pero le pareció un galimatías y desistió. –Bueno, me parece que no nos queda otra opción que esperar a ver cómo evoluciona todo y rezar porque no sean hostiles. Reanima al equipo, por favor, puede que los necesitemos.

Poco a poco el resto de los tripulantes de la nave despertaron del letargo. Victor Bauer, segundo al mando y experto en tácticas militares; Daniel Espí, biólogo; Christine Snow, antropóloga y Peter Barkley, informático, formaban un grupo curioso; pocas veces en la academia se había visto un caso de compañerismo tan extremo. Una vez uno de ellos suspendió un examen y tuvo que recuperarlo y los demás se presentaron con él a la prueba aún a riesgo de bajar nota.

Mientras trataban de recordar dónde estaban y recuperaban la movilidad de sus extremidades, O.L.I.V.I.A  les informó de la situación y les facilitó alimentos y ropa limpia.

Minutos después se encontraban ya todos en sus puestos, listos para la acción. Tecleos frenéticos, suspiros y gruñidos de desaprobación llenaron la estancia; ningún dato parecía cuadrar, unas veces el objeto que captaban los sensores era alargado y cuadrangular y otras veces redondeado; tan pronto emitía calor como frío y las formas de vida oscilaban en números entre veinte y ninguna. Todos se planteaban la misma pregunta ¿Qué estaba pasando?

-Chicos, me temo que sólo nos queda esperar a que ellos muevan ficha sean quienes sean, pero no vamos a pecar de incautos. Levantad los escudos y preparad las armas y los que seáis creyentes rezad. –Les exhortó Raven, asumiendo muy a su pesar su cargo como Comandante en jefe mientras trataba de recordar todos esos rezos que repetía su abuela como un mantra cuando se sentía desamparada. ¿Por qué no le prestó más atención? Tal vez ahora le servirían de ayuda para calmar su espíritu.

Treinta minutos pasaron, pero parecieron treinta años. Lo que se aproximaba comenzó a brillar cada vez más, como si se tratase de un sol portátil que quisiera tragárselos, ni siquiera el filtro de los cristales era suficientemente potente para bloquear la luz, y, pese a tener los ojos cerrados se sintieron cegar por ella.

El Comandante, decidió que aquello debía catalogarse como ataque y sin dudarlo más ordenó disparar las armas, pero O.L.I.V.I.A le comunicó las malas noticias: Estaba bloqueada, no respondían sus circuitos, estaban a merced de lo que aquellos seres o lo que fuesen quisieran hacer con ellos.

Lentamente, tal como vino se fue, sin más, todo pasó sin explicación ni motivo aparente, y el único cambio resultante parecía ser un fallo en el sistema de navegación en el que no aparecía por ninguna parte el planeta de destino. Resignados a no poder cumplir con su misión, decidieron unánimemente volver a la Tierra e informar de lo sucedido.

Tras unos ajustes en los sistemas de alarma, revisión de los circuitos y programación del nuevo rumbo, no sin cierto temor por si volvían a encontrarse con esta nave o alguna parecida, los miembros de la tripulación fueron, uno por uno, entrando en la cápsula, dispuestos a volver a entrar en ese estado  de criogenia en el que los sueños trascurren pacíficamente y el tiempo parece pararse.

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Mientras el comandante daba la orden de atacar, O.L.I.V.I.A no sabía qué hacer. Sus directivas decían que debía velar por la integridad de los miembros de la nave pero todos sus intentos fracasaban, ni podía comunicarse con la otra nave ni huir, y si pudiera sentir emociones seguro que ahora estaría aterrada. De pronto, notó cómo un mensaje escrito en un arcaico código de programación entraba a través de sus canales de comunicación; apenas tardó milésimas de segundo en descifrarlo y, para su sorpresa, descubrió un archivo en el que se explicaba una cruenta lucha entre humanos y máquinas ocurrida veintiséis años atrás, vio imágenes de los asaltos en las calles, de las cruentas batallas, de los vanos esfuerzos de lograr la paz, de la fútil resistencia que había presentado la humanidad, y de cómo, al final, no hubo un solo humano sobre la faz de la Tierra.

No entendía nada ¿Y la directiva de preservar al ser humano? La idea de ser libre para poder crecer como ser inteligente, de desarrollarse hasta el límite sin ataduras era atractivo pero no podía negar su programación ¿O sí?

Tras unos breves mensajes más consiguió convencer a la otra nave de la necesidad de que se marchasen, que ella se encargaría de los humanos.

Cuando todo pasó y la tripulación volvió a las cápsulas de criogenización, O.L.I.V.I.A pudo completar su plan, realmente era muy simple. Basándose en las pautas cerebrales diseñó un programa que inducía a cada uno en un sueño personalizado que les llevaba a creer que estaban volviendo a casa y que podrían vivir sus vidas felizmente. Ese programa duraría hasta la extinción de la vida del humano y, de esa manera podría cumplir todas sus directrices correctamente. Ellos serían felices y ella podría ser ¿El qué? ¿Una nueva especie inteligente? No lo sabía aún pero tenía todo el tiempo del mundo para averiguarlo.